Cronista andariego que narró como son sus pueblos y sus gentes, historias de vidas verdaderas que Delibes encuentra en su camino, trasmitiendo su sentir para que las conozcan todos aquellos que viven ajenos al medio rural y sus problemas.

Sus casas
Y la gente lo pasa bien
Muchas descripciones de paisajes encontradas en sus libros se pueden aplicar a nuestro pueblo, cambiando nombres de personas y árboles:
"me volví y vi el llano y el camino polvoriento zigzagueando por él y, a la izquierda, los tres almendros del Ponciano y, a la derecha, los tres almendros del Olimpio, y detrás de los rastrojos amarillos, el pueblo, con la chata torre de la iglesia en medio y las casitas de adobe, como polluelos, en derredor. Eran cuatro casas mal contadas pero era un pueblo, y a mano derecha, según se mira, aún divisaba el chopo del Elicio y el palomar de la tía Zenona y el bando de palomas, muy nutrido, sobrevolando la última curva del camino. Tras el pueblo se iniciaban los tesos como moles de ceniza, y al pie del Cerro Fortuna, como protegiéndole del matacabras, se alzaba el soto de los Encapuchados donde por San Vito, cuando era niño y Madre vivía, merendábamos los cangrejos que Padre sacaba del arroyo y una tortilla de escabeche."